viernes, 8 de octubre de 2010

Los distintos significados del Sputnik-1

Con motivo del aniversario del Sputnik, Alberto Martos, autor de Breve historia de la carrera espacial nos explica la historia del famoso satélite:

Cuando a media tarde (hora local) del 4 de Octubre de 1957, Radio Moscú interrumpió su programación habitual para dar a conocer al mundo el éxito logrado por los científicos y técnicos de la Unión Soviética, al haber conseguido dotar a la Tierra de su primer satélite artificial, el Sputnik-1, la ciudadanía de Occidente se frotó los ojos sorprendida. ¿Pero no eran los Estados Unidos quienes habían anunciado una proeza semejante, con la que superar de largo la contribución de todos los países del globo a las investigaciones del Año Geofísico Internacional (AGI)? ¿No iba a ser el Vanguard, como su nombre indica, la punta de lanza tecnológica que hendiera la barrera que confinaba hasta entonces a la Humanidad en su planeta madre?

Ahogadas entre la vorágine informativa con que las agencias de propaganda estadounidenses inundaban las cadenas de radio y los noticieros occidentales, las declaraciones efectuadas dos años atrás en Copenhague, por el presidente de la Delegación Soviética para el AGI, el académico Leónidas Sedov, habían pasado inadvertidas: “la posibilidad de lanzar un satélite artificial es un hecho ....y se puede esperar que la Unión Soviética lo logre en unos dos años”. Y ese día 4 de Octubre, Sedov se hallaba en Barcelona, precisamente en el acto de apertura del VIII Congreso Internacional de Astronáutica y recibía ya en el vestíbulo del Instituto Superior de Investigaciones Científicas la cálida ovación de los asistentes. (Paradójicamente, el Jefe del Estado español, Francisco Franco, se “había dignado aceptar la presidencia del Comité de Honor” de tal Congreso, para el que la delegación española estaba compuesta íntegramente por personalidades militares). Más tarde Sedov felicitaba a los miembros de Agrupación Astronómica Áster por haber sido los primeros de Europa occidental en captar las señales de radio (bip bip) del Sputnik. Y es que para los amantes de la ciencia y la tecnología, el Sputnik abría las puertas de un firmamento nuevo por alcanzable.



Pero no todo el mundo veía el éxito tecnológico del Sputnik con los mismos ojos. A uno y otro lado del “telón de acero”, la contemplación del primer ingenio espacial provocaba diferentes clases de sensaciones. Para unos, los simpáticos bip bips, de su transmisor constituían el heraldo de su orgullo por el esfuerzo y el trabajo bien hecho. Para otros del mismo lado del telón, los alegres bip bips materializaban una advertencia a Occidente con la demostración de eficacia y poder de un instrumental secreto, del que el Sputnik era solamente un botón de muestra.

Al otro lado del telón, otros ojos percibían los misteriosos bip bips con respeto no exento de admiración, ante la rapidez y contundencia con que sus rivales les habían superado (85 Kg del Sputnik frente a 1,4 Kg del Vanguard). Para las orejas enrojecidas de quienes aventaron toda la campaña propagandística del Vanguard, los bip bips del Sputnik sonaban como una risa burlona ante su alarde de poseer “la mejor tecnología del mundo”. Pero aún otros ojos oían con espanto los amenazantes bip bips del Sputnik, un ingenio potencialmente enemigo que sobrevolaba impune el territorio patrio, cuyas intenciones, si bien desconocidas eran adivinables y contra el que no existía contramedida alguna.

El resultado de estas interpretaciones fue la llamada “Carrera Espacial”, surgida por el deseo de los dirigentes políticos de los EE. UU. de sacarse la espina del Sputnik, que consideraban como el “Pearl Harbor tecnológico” y demostrar al mundo quién poseía verdaderamente la mejor tecnología para afrontar los desafíos de la recién nacida “Era Espacial”.

Uno podría felicitarse de que de este desafío aparentemente caballeresco entre las dos superpotencias tecnológicas haya surgido toda una “civilización espacial”, en la que los satélites artificiales prestan grandes servicios a la Humanidad. Sin embargo, no fue así. La “Carrera Espacial” fue solamente el escaparate de otra carrera mucho más inicua y abominable, la de armamento, en la que ambas superpotencias se mostraban soterradamente las uñas, buscando favorecer los intereses de los grupos más poderosos de uno y otro bando. La supervivencia de la Humanidad fue estúpidamente puesta en peligro por responsables “irresponsables” de una y otra parte, desconocedores del valor del legado de la vida humana y del patrimonio biológico, quizá único en el Universo, que el Hombre está obligado a conservar. Por defensores de ideologías rivales, que insensibles al dolor general y ciegos ante otros intereses globales de la población mundial, ostentaron un poder y una responsabilidad para la que no estaban preparados. Por lo que uno puede felicitarse, es porque tal época haya finalizado ya.

Alberto Martos Rubio.
Ingeniero Técnico de Telecomunicación.
Participante en el Proyecto Apolo desde la Estación Espacial de Fresnedillas entre 1970-1972

1 comentario:

FRA:CO dijo...

Interesante, no conocía la historia. Yo tengo un blog de literatura en el que pongo narraciones y mis poemas, aquí os lo dejo por si le queréis echar un vistazo:
http://loscongriosvoladores.blogspot.com/

Suerte en todo.